miércoles, noviembre 3

Hello Stranger


Había sido un día extremadamente aburrido, uno de esos días en los que
parece que realmente nada tiene sentido en absoluto, uno de esos días en los
que... incluso desearías ser otra persona para que tuvieras "una vida
más divertida", sin pensar que probablemente siendo esa otra persona,
igual tendrías días como ése. Pero ese es otro tema.
En fin, el caso es que ese día vería a mi "novio"; aunque tal vez ni
siquiera debí llamarlo así algún día y es que ya ni siquiera me emocionaba
verlo, incluso aún cuando hacía más de una semana que no sabía nada de él
todo era ya tan... ¿vanal? (otra vez me desvío del tema)... el
punto es que vagabundeaba por el parque,esperándolo hasta que caí en la
cuenta de que al parecer no llegaría jamás, lo cual fue un pensamiento
por un momento enfurecedor (¡cómo se atrevería a hacerme a mí algo así!)
Pero pensando un poco más objetivamente, la verdad era que ni siquiera ansiaba
pasar un momento más con él.

Así que un pequeño suceso que tal vez nadie hubiera apreciado de una
forma un tanto agradable, a mi me pareció como la primera cosa buena que
el día había traido para mi; sin querer.
Me dispuse a disfrutar del momento, reflexionar, que es lo que había
ocurrido ultimamente para que la vida se hubiera convertido en una triste
monotonía, ya ni siquiera encontraba la inspiración necesaria para desarrollar
mi arte, y es que, yo solía dedicarme por ese tiempo a las artes plásticas,
encontraba una linda fascinación al mezclar mis tinturas, plasmarlas en
el lienzo a veces en formas abstractas u otras en algo más concreto,
siempre con un profundo significado en cada pincelada, pero lo que más me
embebía era crear formas de piedra o madera o algún otro material que
pudiera esculpirse. Siempre me pareció que dentro de cada uno de esos objetos
vivía un alma perdida, esperando ser liberada a través de mis suaves pero
certeros golpes hasta... encontrar su vida. Era algo que encontraba de lo más
hermoso. Me parecía realmente imposible que incluso eso lo hubiera perdido
y no entendía en que momento había ocurrido, ¿cómo es que permití que
pasara?

Este pequeño pensamiento, que casi resumía mi existencia presente
me llenó de melancolía y fue en este estado; mientras continuaba
"paseando" por ese parque que empezaba a reconocer casi a ojos cerrados, que
lo encontré, o que él me encontró a mí, no lo sé.
Ni siquiera me percaté que había estado caminando a mi lado durante un buen
tramo, hasta el momento en que, de forma  muy impulsiva
se detuvo frente a mi. Nunca supe si fue porque se había desesperado de que
no notaba su presencia o en una idea un poco más egocentrista,
para poder verme a mi de otra forma. No lo sé.
Lo observé, y desde ese momento no pude zafarme nunca más de esa mirada.
Aún ahora después de tanto tiempo de haberme perdido entre esos ojos,
me sería imposible describir cada una de las sensaciones que
me invadían al entretenerme en ese extraño brillo que todavía hoy
despiden sus ojos.

Lo miré, estaba ahí, parado, sin hacer ni un sólo movimiento, como si
fuera incapaz de reaccionar ante nada, y a pesar de esto, me pareció
fascinante. No sabía que hacer, podría hacerme a un lado y seguir con mi camino,
pero había algo que me detenía. Tal vez una extraña curiosidad de saber
que es lo que existía detrás de ese misterio, de esa fortaleza impenetrable
que según me parecía.

Afortunadamente él tuvo la bondad de detener mi indecisión; me habló...
con una voz que fue, la más dulce y delicada que había escuchado en mi vida,
como si proviniera de un sueño.
-Hola, mi nombre es Carlos.- Me dijo
-Hola, soy Alicia- (Todavía no logro entender porque ni siquiera se me ocurrió
mentir acerca de mi "identidad"... era en ese momento un desconocido después
de todo)
-¿Puedo acompañarte un momento?
-Está bien

Y así fue que finalmente mi día había tenido un giro en extremo inesperado, y lo
temía, y lo disfrutaba.

No tenía idea de que decir, entre una mezcla de nervios, alegría, y miedo, pero
todo se torno bastante sencillo gracias a Carlos, parecía tener conocimiento
acerca de varios temas, y se hacía facil mantener una charla amena con él.
Al llegar el crepúsculo, fue momento de la despedida, pero sólo hasta el día
siguiente, ya que habíamos acordado reunirnos en el mismo parque alrededor
de la misma hora en que nos habíamos "encontrado".

A partir de ese día no volví a establecer contacto con mi "novio" y no me
importó, todo fue como si... nada más hubiera existido antes del momento
en el que conocí a Carlos, como si ni siquiera yo hubiera nacido, hasta ese día.

No estaba muy segura de que es lo que sucedía, pero algo había cambiado
dentro de mi, sentí una necesidad inmensa de pintar de nuevo, pasé toda la noche
sin dormir, solo pintando, y también el día siguiente hasta que llegó la hora
del encuentro previsto, ni siquiera sentía cansancio, si no al contrario
me sentía llena de energía; invencible.

Al verlo de nuevo, me pareció un poco más gallardo que el día anterior.
Continuamos la charla suspendida y nada pudo ser mejor, se perdió el espacio
y el tiempo, nada más parecía existir; unicamente él y yo, como si
hubiesemos creado un único mundo sólo visible a nuestros ojos.

Pasaban los días, y sin saber como... me dejé llevar. Sin saber por qué,
ahora existía gracias a él, y era en las noches, antes de dormir
cuando me percataba realmente de la magnitud de lo que se estaban tornando mis
sentimientos hacía él. Nada importó.

Me perdía en sus ojos, en los que relucía su alma; agradecía sus brazos, en
donde encontraba por momentos mi hogar; escuchaba su voz, vigilante murmullo
de mis sueños y ¡ah! la forma en que pronunciaba mi nombre... respiraba sus
labios, que se tornaban en una dulce adicción; fundirme entre las caricias
de sus manos; convertir el tiempo en indefinible...olvidar el mundo;
así me fascinaba pensarlo. Recordarlo cuando su aroma se impregnaba entre
mis dedos y al mirar las marcas que sus besos dejaban en mi piel;
como si no fuera suficiente que todo su ser viviera en mis pensamientos
eternamente.

Y a pesar de todo lo que veía en el, no lo conocía. Era de caracter bastante
reservado y un tanto nervioso. Solía preguntarle a que se dedicaba, si tenía
familia, dónde vivía, de donde provenía; preguntas bastante simples a las
cuales nunca obtenía una respuesta, siempre conservaba el misterio,
desviaba el tema o incluso llegaba a callarme en un beso... cada uno tan nuevo
y diferente. Todo esto debío de hacerme dudar o algo parecido, sin embargo
sólo aumentaba mi fascinación hacía ese desconocido.

Habían pasado ya poco más 6 meses desde la primera vez que hablé con aquel sujeto
y un día así sin más, me pidió que lo acompañara a un trabajo que debía realizar.
Me emocionaba finalmente conocer algo de su vida, pero nada me había
preparado para lo que ví esa tarde.

Nos dirigimos hacía la parte sur de la ciudad, las casas escaseaban por
esa zona y no había muchos edificios, ni personas, lo cual me llenó un poco
más de intriga ¿Por qué nos dirigiamos a un lugar así? Entramos en un pequeño
callejón y posteriormente a una pequeña casa, que constaba de dos habitaciones
bastante modestas a decir verdad. Una de las habitaciones contenía una reducida
cocina, mesa y silla. Nosotros continuamos hasta la siguiente habitación
donde se detuvo mi respiración, fue inmensa la sorpresa al ver ahí al señor
que había aparecido por la mañana en el noticiero. Decían que había sido
secuestrado, un político de segunda según recordé en el momento.
Volteé a ver a Carlos con asombro y fue mayor el asombro al mirarlo a él,
parecía haberse trasformado, me parecía otro hombre incluso.
En sus ojos se veía ahora una furia que no conocía y sus gestos se
habían tornado más bien realmente adustos.
Lo siguiente que ocurrió quedó grabado borrosamente en mi memoria porque
creo haberme desmayado o algo parecido, tal vez solo perdí unos segundos
la conciencia. Se acercó al hombre, navaja en mano y lo degolló...
tan facilmente como si fuera cosa de todos los días.

-Esto es lo que hago, dijo
-Soy una especie de Dios, decidir cuando terminar con la vida de algunas
personas.

No sabía que decir. Era un asesino y sin embargo escucharlo hablar de
esa forma, con una pasión irrefrenable y desconocida en vez de producirme algún
temor, me hizo darme cuanta en cierta forma de donde provenía cada cosa que
amaba de Carlos.

Después de estas palabras, cuando ya el pobre hombre yacía en el suelo sin
vida, tomó de nuevo su navaja, arrancó una parte de la piel del pecho
de éste hombre, la guardo en una bolsa y posteriormente en el bolsillo interior
de su chaqueta. En ese momento no creía que pudiera existir algo que
pudiera sorprenderme aún más, pero estaba equivocada.
Me llevó fuera y caminamos unos 50 metros hacía la izquierda del lugar que
acababamos de dejar, saco una llave de su bolsillo y la introdujo en una
puerta que parecía ser bastante vieja.

-Bienvenida a casa.

Yo estaba perpleja, no conozco el infierno, pero si es que existe debía ser
muy parecido a ese sitio. Parecía que Carlos conservaba algunos trofeos de sus
"victimas" o solo recuerdos de sus trabajos. Era inimaginable como alguien
hubiera podido matar tantas personas, teniendo todo eso en su casa y jamás
ser atrapado por la policía. He de admitir que siempre me había parecido
en cierta forma los asesinos. Por la forma en como los mostraban en los programas
de televisión parecía seres, si bien psicopátas, realmente inteligentes y es
aquí donde encontraba su atractivo... mentes brillantes, aunque jamás pensé
que conocería a un asesino.

Todos los pensamientos que haste ese día había tenido acerca del "bien y el mal"
quedaron para siempre eliminados de mi mente, fue así como pude entender que
estos conceptos son realmente subjetivos y es que yo me había enamorado de
un asesino, que no era una mala persona; aunque tal vez lo que hacía
era malo. Pero ahí se encontraba él, un ejemplo de la contradicción que
probablemente existe dentro de todos los corazones humanos y mientras más
reflexionaba sobre esto, le amaba un poco más, y todo cobraba cada vez menos
sentido.

Me condujó hasta su cuarto e hicimos el amor como jamás nadie lo ha hecho en el
mundo, de una forma de la que incluso los dioses hubieran estado celosos.

-Alicia, hay algo que debo hacer y de antemano debo pedirte disculpas
por ello.
-¿Qué pasa, Carlos?
-Te Amo.

Fueron las dos últimas palabras que escuche cuando aún conservaba la vida, aunque
tal vez desde hacía tiempo que me había condenado, sin saberlo, desde el momento
en que lo miré había comprado mi boleto a la muerte.
No sé bien que fué lo que Carlos hizo conmigo, pero encontró una forma de
conservarme para siempre, y sé que esas últimas palabras fueron realmente ciertas
porque cada mañana al levantarse pronunciaba estos versos:

¿Mi secreto? ¡Es tan triste! Estoy perdido
de amores por un ser desaparecido,
por un alma liberta,
que diez años fue mía, y que se ha ido...
¿Mi secreto? Te lo diré al oído:
¡Estoy enamorado de una muerta!
             
¿Comprendes -tú que buscas los visibles
transportes, las reales, las tangibles
caricias de la hembra, que se plasma
a todos tus deseos invencibles-
ese imposible de los imposibles
de adorar a un fantasma?
             
¡Pues tal mi vida es y tal ha sido
y será!
Si por mí sólo ha latido
su noble corazón, hoy mudo y yerto,
¿he de mostrarme desagradecido
y olvidarla, no más porque ha partido
y dejarla, no más porque se ha muerto?



Un día simplemente no volvió, pude sentir que también había
muerto pero no podía estar junto a él porque de alguna forma
parece que él si logró descansar en paz.
Ojalá hubiera sabido que también le amé y así liberar mi alma,
un alma que se enamoró de un asesino.