domingo, agosto 29

A un pequeño demonio

Me gustaba creer...
Cada vez que una extraña sensación;
Un presentimiento se apoderaba de mi...
Me gustaba creer que ese sería el día 
En el que algo cambiaría en mi vida
Me gustaba creer que sería algo... irreal, irracional
Y más aún, me gustaba creer
Que serías tú quien provocaría esa irrealidad
Y estuve a punto de dejar de creer
Hasta hace unas horas que se movió todo el mundo alrededor

No aparecías
Eso me pesaba, tal vez incluso me dolía
La esperanza de verte un día más sucumbía...

Inesperado, ¿Una ilusión? ¿Acaso mi mente a jugaba conmigo?
No. Estabas ahí... Una sonrisa

Corrían los minutos, todo rápido y lento al mismo tiempo
Corrían también unos cuantos tragos y unicamente era conciente
De tu presencia cada vez más cercana...
Empezaron a correr también las palabras
Palabras calladas no sé durante cuantas lunas...
Confesiones extrañas; confesiones sinceras
Palabras... amigas de la noche
De esa obscuridad en donde te encontré

Más que sólo palabras fue como un grito
Había esperado que algún día pudiera decirlo...
Aceptar este sentimiento y poder tal vez volar...
Todo surgió en un momento...
Escucharte
Mirarte, pudiendo acaso ver más allá de ti
Tomar una mano por primera vez...
Sentirme libre entre tus brazos y...¿bailar?

Una promesa de eternidad
De no dejar ir tu recuerdo
De sonreír al pensar en tí
Porque me has devuelto mi sonrisa...
Una sonrisa real y sincera 
Que había olvidado hace algún tiempo.

Mientras nuestros caminos se separan
Y nos perdemos en lejanos destinos
El viento será nuestro cómplice
Que tomará esas palabras, 
Y las palabras que vendrán
Llevandolas hasta donde puedan alcanzarnos
Poder escucharnos de nuevo
Aunque sea solo un murmullo en el que nos reconoceremos.

Llegaste y...
Pronto, muy pronto te irás
Pero estarás aquí
En mi mente o mi corazon...
(Sea como sea que esto funcione)
Pero ahí te quedarás

No podré aceptar 
Lo que dice mi razón
Sólo me dejo llevar... a lo incierto
Al lugar 
En donde no te encotraré
Donde no te olvidaré
Donde sin temor afirmaré
que TE QUIERO
ahi... donde volví a creer

sábado, agosto 21

Fantasma

21:21

El clima es bastante propicio para una tranquila caminata nocturna, una ligera brisa agita levemente las hojas de los árboles cercanos, crea un murmullo agradable a los oidos, no se percibe ni una pizcade frío y la luna irradia suavemente un ligero resplandor plateado.

Caminando sin rumbo.

Comienzo a pensar, miles de ideas atraviesan mi mente en segundos, pero soy incapaz de deternerme en algo concreto... sólo trato de buscar respuestas; ¿A qué? Bueno de eso no estoy muy segura.

De pronto algo comienza a inquietarme ¿Es acaso que la noche ha perdido su calma? No. Poco a poco empiezo a darme cuenta de algo que, entre mis cavilaciones no había alcanzado a notar. A esta hora las calles, usualmente suelen todavía estar abarrotadas del rumor extraño de autos y personas pero hoy es diferente, las calles se encuentran desiertas; incluso los negocios que suelen estar abiertos durante 24 horas al día han perdido su iluminación habitual.
Creo que estaba demasiado distraida para darme cuenta de lo que sucedia alrededor... al fin puedo concentrarme, algo me dice que tal vez sería un buen momento para volver a casa, pero la curiosidad es mayor ¿Qué es lo que habrá sucedido? Busco mi celular para verificar la fecha: ningun día especial, ninguna celebración que amerite un cambio tan radical en el ritmo de la ciudad; continúo el camino sin rumbo. Trato de buscar algun indicio que pueda guardar alguna respuesta, pero es como si todo estuviera muerto.

Enciendo un cigarrillo y ese conocido aroma llena el aire alrededor; rápidamente actúa sobre mi ese falso efecto relajante... sea lo que sea que haya ocurrido es muy agradable poder disfrutar del silencio que se ha creado en este crepúsculo, poder apreciar el ambiente, poder captar esas cosas que suelen pasar desapercibidas en el bullicio citadino.

Alejándome cada vez más de mi ruta habitual llego a un lugar donde convergen ciertos caminos y es momento de tomar una decisión, momento de volver o continuar. Tomar una dirección; seguir hasta no poder más... encontrar un nuevo camino. Decido seguir hacia mí no destino, tal vez descubrir nuevos horizontes.

Miro al cielo que ha estado despejado durante el transcurso de mi caminata y viene a mi mente un pequeño verso: "...la noche está estrellada y tiritan azules, los astros a lo lejos" (¿Qué tan lejos?) Así me parecía esa noche. Al recordar éste corto fragmento se apoderó de mí una inmensa melancolía... ¡Ese poema! no había nada que pudiera expresar de manera más acertada lo que yo sentía en aquel tiempo...Alguien me seguía, pero inmersa como estaba en mis pensamientos no pude notarlo; había perdido todo tipo de miedo o incertidumbre ya que no había visto, o escuchado absolutamente nada que pudiera delatar la presencia de otro ser en las calles, todo seguía vacío a mí parecer.

La sombra de estos recuerdos; a veces sería fabuloso poder olvidar.
Éstas memorias duelen... recordar esa mirada, ese rostro, ese aroma, esas manos y sus caricias, esos besos venenosos; esa alma... ¿Qué pude encontrar en él que me hizo caer de esa manera? No sólo ha pasado el tiempo; el tiempo pasa y pasará y él seguirá... nada cura el tiempo.
Esas palabras resuenan en mi memoria; no las mencionaremos jamás de la misma manera, pero... a fin de cuentas, sin él no existiría yo.
Por un momento pude sentir su sombra a mi lado... pero éso solamente, una sombra; un fantasma que me susurraba al oído -"...Aunque éste sea el último dolor que me causa y éstos los últimos versos que le escribo." ¡De nuevo aquel poema!

Y no pude hacer más que correr; sólo correr y tratar de escapar, alejarme... no se encontraba a nadie ni nada en la calle y sin embargo, ÉL estaba ahí. Es imposible huir, ese fantasma me persigue, está muy cerca; demasiado, no puedo alejarlo, me acosa el pasado; no puedo huir de él... una sombra nada más, no desaparece, no cambia de dirección.

He caído, es un abismo, nadie puede ayudarme... sólo está el fantasma. Veo su rostro. Inconciencia.
Un úlitmo recuerdo; una última frase: ¡Nunca más! ¡Nunca más!

viernes, agosto 13

26-sep-2008

Pues, estos días... que se han llenado de melancolía me hicieron recordar demasiadas, pero demasiadas cosas. Aunque sin el pasado no seríamos para nada lo que ahora somos.
Y entre esos recuerdos, encontré este pequeño escrito (no podría llamarlo de otra forma, ya que no es un cuento, ni un poema... tal vez una pequeña historia, pero más que nada fue un momento de necesidad de sacar todo lo que traía adentro...)
Y está relacionado a ciertos hechos ocurridos entre el 8 y el 14 de septiembre del 2008... hace ya casi dos años...

¿Escuchas el viento?
Vivo por inercia, ya no sé si existo; si estoy viva.
En estado basal sobrevivo entre sueños perdidos, deseos corrompidos; un suspiro sin sentido.
Graciosas hipocresías atacan mi mente, que en un lecho inerte anhelan la muerte, si bien el alma, ha sido llenada de un dolor tan destructivo como un frío invierno ártico, aparece un halo de esperanza, esa traviesa sensibilidad que asoma en los momentos más críticos de nuestra efímera existencia.
¿Cuándo?, ¿en qué momento hemos perdido esa fe que nos aleja del miedo?
Hemos sucumbido a la poderosa fuerza del destino... inevitable.
Tentar la suerte sin pensar en momento alguno lo que esté bien o mal, un degenerado sentido de moralidad; un juego perdido.
¿Quién a dictado que debe ser así?, ¿acaso no somos libres de decidir nuestro camino?
Fracaso en el intento de exhalar libertad, ¿qué es libertad?, atados a un mundo que nos impide decidir, la libertad a sido perdida al juzgar sin titubeo alguno, se ha convertido en palabras inútiles hechas cenizas en el viento.
Un enorme miedo se apodera de mi; terror a no poder encontrar el camino, a no poder salir, al hecho de que apareces, desapareces y reapareces, sin saber si volverás o no; si me dejarás… aún cuando más te necesito. Este miedo, que no me deja dormir y que cuando amanece me mantiene en una paranoia intermitente y me impide concentrarme.
Tú y yo sabemos que no podremos cambiar el curso de las cosas, éste corazón, que es tuyo y mío (aún cuando nunca debió de ser así) arde al sucumbir ante un dolor tan grande imposible de ignorar y te busco entre sombras en la oscuridad, pero es inútil, una búsqueda infructuosa que no me lleva a nada más que a sentir más fuertemente este terrible dolor.
Ya no recuerdo el tiempo en que soñaba con despertar por siempre a tu lado, y recibir esas caricias tan anheladas, sueños perdidos en un mundo tan humano, tan cruel, tan insensato, ¿en qué nos hemos convertido? Luchamos contra extraños demonios... Pero ¿Acaso no nos han hecho convertirnos en uno de ellos?.
Pierdo la esperanza, que un día alimentó esta tierna ilusión, y aunque me olvides, nuestro corazón no lo hace, fuente de eterna inspiración, y tal vez…. Algún día; un renacimiento de aquel sentimiento, de esos viejos sueños, de esas miradas que atrapaban, y sonrisas que cautivaban, unos besos con sabor a eterna libertad y un sentimiento insaciable de profunda felicidad.
Ahora no puedo hacer más que llorar porque todo se ha ido. Pero... también las lágrimas se agotarán algún día.

lunes, agosto 9

Memoriae Post-Mortem


Un viejo cuento que tenía por ahi guardado.... 


Ésta noche morí, finalmente ésta noche mi espíritu abandonó una efímera existencia. Finalmente me encuentro en un lugar donde nadie podrá nunca más hablarme, nunca más podrá tocarme, nunca más podrá herirme, nunca más podrá incluso amarme… y lo único que se mantiene vivo en esta etérea eternidad son los recuerdos.
Lo último que recuerdo (antes de que mi alma abandonara mi frágil cuerpo) es un cuarto que a mis ojos cansados parecía infinitamente obscuro y donde cualquier haz de luz, por más pequeño que fuera creaba una brillantez espectral.
Recuerdo también, que mientras sufría la más profunda agonía alcanzaba a distinguir ciertas notas de una melodía, difusas (por la fiebre tal vez) de alguna sonata de Beethoven que antaño solía interpretar; sentado frente a mi viejo piano, el único verdadero amigo que logré conservar en mi estancia terrenal. Y por un momento recordé también el último concierto que ofrecí, la sala estaba abarrotada, y los más altos personajes se daban cita para escuchar “La Catedral Sumergida” de Claude Debussy, última pieza que toqué frente a una gran audición.
Volvieron por unos instantes a invadir mi ser, esas intensas e inexplicables sensaciones que; alejado por completo de la realidad, lograba percibir al sentir mis dedos rozar suavemente las teclas de mi compañero eterno  y la pasión que sentía al recibir cada nota como una gran explosión que me hacía creer que existía algo que pudiera ser perfectamente bello en todos su parámetros… la única pasión que colmó mi vida.
Llegaron a mi mente también los recuerdos de dos pequeños niños que sentados a mis pies solían escucharme tocar, y mientras escuchaban, una tierna ilusión solía asomarse al escuchar cada pieza, y momentos después sentados al banquillo intentaban, ingenuamente; imitar esos sonidos. Esos pequeños eran ahora grandes hombres de poder, que parecía vivían frustrados (muy a mi pesar y siendo éste hecho dolor más grande que subsistió dentro de mí) y parecía, también que poco tiempo tenían para recordar que su padre estaba ahora moribundo.
Pero el recuerdo que más logró adentrarse en mis memorias, fue el que nunca quise conservar. Mientras yacía recostado en una antigua cama adoselada, herencia de mis abuelos; sufriendo los más terribles dolores, una mirada permanecía fija en cada respiración que emanaba de mi falleciente cuerpo. Ésta mirada, que en cierto momento me llegó a parecer sofocante; era la de mi esposa, casi tan vieja como yo…  y, ser a quien yo había amado intensamente, pero de quién solamente recibí rechazos, desprecios y humillaciones a lo largo de nuestra vida juntos, lo que provocó que mi amor se convirtiera en sordo pero intenso odio. Por primera vez logré distinguir en su fría mirada, un atisbo de felicidad y compasión  e irónicamente se debía a mi desaparición del plano terrenal. ¡Oh! ¡Qué cruel ha llegado a ser el destino!
Siempre quise que mi historia hubiese sido diferente, haber sido un poco más feliz, o al menos haber estado satisfecho…pero es sólo en este último momento en  que me doy cuenta de que lo que importa es el final… y en el final absolutamente nada sobrevivió.